lunes, 8 de junio de 2009

69 - Recuerdo de infancia

Campanilla - Agronomía - Buenos Aires - 2009

Mis seis años – comienzo la escuela primaria.

Caminaba todos los días siete cuadras de variadas características - las tres primeras con aceras y adoquín. Después angostas vereditas de mosaico o ladrillo plano, cunetas practicables por puentecitos de madera y calles de tierra.
Aprendí la escarcha de las heladas invernales, el verdor del pasto, el trabajo del herrero poniéndole “botines” a los caballos y las campanillas. Cuando aparecían las primeras campanillas desaparecía el frío, el barro y esas cuadras de campo se convertían en un vergel. Mi padre, que me llevaba (¿seríamos paquetes?) a la escuela, aprovechaba cada caminata para enseñarme la vida.


La herrería tenía magia: El fuego, el hierro al rojo, la habilidad de los operarios. A veces nos deteníamos a mirar el trabajo del herrero.


Un mediodía un estruendo hizo que nos paráramos. Un caballo al galope era brutalmente azotado por su jinete. Sentí horror. Yo amaba los caballos y solía montar uno muy manso cuando visitaba a mi abuela paterna. Jamás se me hubiera ocurrido pegarle de esa manera. Grité: ¿Porque le pega? Lo va a tirar!!! Mientras hablaba el animal rodó y cayó sobre el jinete. Los gritos del fulano eran terribles: nadie se animaba a acercarse al animal y hacer que se levantara. En un par de minutos se levantó solo y se alejó al paso: su boca ya no espumeaba, sus ojos tranquilizados.

Pregunté si el jinete moriría. No recuerdo la respuesta. Si sé que nunca pude perdonar a ese hombre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantan las campanillas, esas extensas cuadras con alambrado llenas de ellas. Me gustó mucho esta foto. Gracias! ET

analau dijo...

me encanta la historia, me encantan las campanillas y tambien me hacen acordar a mi primaria
beso y gracias :)